"La educación está reforzando las desigualdades sociales"
El padre Luis Ugalde coordinó la publicación del libro Educación para Transformar el País (2012), esfuerzo de un grupo de especialistas para entregar un aporte en esa materia y que permita -según las palabras del exrector de la Universidad Católica Andrés Bello "lograr una especie de consenso educativo en el país" y la formación de una " nueva conciencia".
-Usted habla de la formación de un consenso, pero depende para qué quiera la educación, porque si la quiere para ideologizar, a lo mejor no estará de acuerdo en formar personas con conciencia ciudadana.
-Estoy totalmente de acuerdo, allí viene la ambigüedad. Estoy convencido que cualquiera que piense en el régimen quiere una educación ideologizante y controlar la escuelas, pero si piensa en sus hijos quiere una educación equiparable con las naciones más adelantadas. Esa es la diferencia. Son puntos que están acordes con lo que está afirmado en la Constitución, no con lo que ahora se quiere afirmar. Por supuesto, no está de acuerdo con la Constitución cubana, pero sí con la venezolana.
-¿Sería un consenso entonces que parte desde la familia y no desde la dirigencia?
-Es un consenso que parte, por un lado de la experiencia de las naciones que han tenido éxito en educación. La educación tiene que tener un terreno en una especie de pacto social en el que entra, por supuesto, las familias y entra mucho la sociedad, tanto en la educación formal e informal. Hoy los medios de comunicación y el Twitter marcan al niño antes de cumplir los cinco años, entonces eso puede ser educativo y deseducativo, y entra de lleno el Estado. El Estado es un instrumento de toda la sociedad, no de un partido. Cuando la sociedad establece sus prioridades, en primer lugar pone la educación. Cuando usted le pregunta a un padre qué quiere, dice que mínimamente su hijo o hija termine el bachillerato y si tiene afición que vaya a la universidad exitosamente. No hay padre en Venezuela que me diga que no está de acuerdo con eso.
-¿Cómo integrar entonces el esfuerzo?
-La Constitución dice una cosa interesante, habla de la tríada solidaria entre sociedad, familia y Estado, eso significa que la educación tiene que ser una mesa con tres patas, sino se cae. No se pueden ver como rivales el Estado y la familia, sino fortaleciéndose. En eso, un principio fundamental del que hablamos es de la educación de calidad como un derecho de todos. No es que el niño está en la escuela, hoy en día tiene que estar en una escuela buena. Buena en cuanto a las capacidades que enseñe y en cuanto a la formación moral del muchacho. Si el muchacho de allí sale a matar, la escuela está fracasando y el Estado, la familia y la sociedad también. Esto es lo que tenemos hoy en un porcentaje lamentable.
-¿Qué es lo que está fallando y que impide una educación de calidad?
-La educación que antes impartía el Estado venezolano era mejor que la privada. En los años 40 o 50, el Liceo Fermín Toro, o el Andrés Bello, el Liceo Gual en Valencia, el Liceo Libertador en Mérida eran centros de muy buen nivel del sector público. Se está fallando si apostamos solo al número. Usted agarra una universidad como la Unefa, que era buena con 3 mil alumnos y dice voy meter 250 mil y a eso lo llaman universidad, pero no es la universidad que necesita el muchacho, por eso la prosecución (índice de alumnos que se gradúan con relación a los que se inscriben en una carrera) es muy baja, igual en la Bolivariana. Por otro lado, no hay buena educación sin buenos educadores. En el los años 60 ser educador era una carrera deseada, ser investigador de la UCV, ser (profesor) tiempo completo en la Simón Bolívar lo era, en este momento no lo es. Hay un envilecimiento del oficio del educador en todos los niveles. En la UCV en estos momentos el instructor, para lo cual usted necesita haber hecho primaria, secundaria, universidad y postgrado, empieza ganando 2.080 bolívares. Todo político dice que la prioridad del país es la buena educación, pero vaya usted a una promoción (de bachilleres) ¿Quién quiere ser educador?, de cien, uno. Pero peor aún, su familia se va a dedicar a disuadirlo. "No te metas a educador, porque vas al fracaso", le dicen. Es una sociedad esquizofrénica, porque todos quieren para sus hijos que las mejores personas del país sean sus maestros y maestras, pero nadie quiere que sus mejores hijos sean maestros o maestras.
-¿No es posible la educación para muchos, pero a la vez buena? ¿No es un falso dilema el tema de la calidad de la educación versus la cantidad?
-Creo que es una falsa controversia. Le pongo un ejemplo, en las Grandes Ligas de EEUU hay más 100 peloteros, podrá decir si hubieran 2 serían muy buenos, pero 100 no pueden ser muy buenos. Claro que lo pueden ser, el hecho está en que cada uno de esos 100 tenga el empeño de superarse y además los medios para hacerlo.
-¿Cómo está afectando la educación en el plano social?
-Se ha venido convirtiendo en un medio para reforzar la desigualdad social. Uno de los principales problemas en todas las sociedades y en esta que se llama socialista igual, es que cuando la gente empieza a mejorar, encuentra un buen empleo, dice: "al año que viene al niño lo pongo en una escuela privada". Yo podría nombrar escuelas de Antímano o La Vega que refuerzan la desigualdad. Todos los años se pierden unos 60 días, porque la escuela no empieza a tiempo, porque no se repararon los baños, o porque no se pintó, después, por cualquier tontería hay vacaciones y un par de huelgas. Al final, perdiste 60 días. Eso refuerza la desigualdad. En el San Ignacio, en Fe y Alegría no se pierde ningún día en el año. También hay un problema grave, usted ve en un liceo a los alumnos eximidos en física, química, matemáticas e inglés. ¿Eximidos por qué?, porque no hay profesores. Entonces a usted lo pasan, le promedian una nota, pero usted es analfabeto en la materia. ¿Cómo se resuelve? Cualquier gobierno puede decir: "Convoco a formar en cinco años 10 mil profesores y voy a dar facilidades y ventajas a quien se dedique a eso".
-¿Este reforzamiento de la desigualdad es solo negligencia o hay una estrategia para reproducir pobres y por consiguiente el mercado electoral del oficialismo?
-En primera instancia creo que es negligencia e irresponsabilidad, pero ya hemos visto a altos personajes del Gobierno decir que si tienes mentalidad de clase media en las elecciones, las pierdes. La dignidad de la persona se fundamenta en la noción de que puedas ser productor y que saques adelante a una familia por tu esfuerzo. No hay que dar limosnas sino oportunidades. Que le den a su hijo una buena escuela, que se forme en un buen oficio y que vuele solo. Hay que apoyar más a quien más necesita para nivelar hacia arriba y hay que formar gente que no tenga que ser amamantada toda la vida. Si un niño a los diez años tiene que ser amamantado algo se hizo mal en esa familia. Pues el país es lo mismo. Tiene que formar gente independiente, con criterios. Claro, si usted quiere serviles, esa fórmula es mala. Desafortunadamente hay gente del Gobierno que dice que en la medida que tengan personas que viven de su trabajo, que tienen iniciativa, que son independientes, "entonces a lo mejor no van votar por nosotros. Mejor que sean pobres".
-Sin embargo, cuando se le pregunta a la gente, sobre todo a los pobres, sobre la educación, no lo perciben como una preocupación.
-En todas las encuestas aparece la seguridad, el alto costo de la vida, pero sobre la educación dicen que más o menos estamos bien. Por eso decimos que hace falta una nueva conciencia, porque la mala educación es cómo el cáncer, que uno se siente bien, tienes buen aspecto, no lo sientes, pero el médico le dice: "cuando usted lo sienta ya es tarde". Cuando usted tenga 18 años descubre que su educación no le sirve, que fue a la empresa y no lo aceptaron, porque no tienen nivel, porque que no tenía matemáticas, y quería entrar en ingeniería y no lo admiten o fue a otro país y los otros le dan cien vueltas, pero ya no hay remedio porque usted tiene 18 años y las causas están de cuando tenía 4, 5 o 6 años. Ese es uno de los problemas. En educación no nos podemos medir con ningún país, esa es la realidad. Hay una medición internacional llamada Pisa de la que nos retiramos porque nos avergonzábamos. Solamente el estado Miranda ha hecho la medición y da que pensar. ¡Estamos muy mal!
-Usted habla de la formación de un consenso, pero depende para qué quiera la educación, porque si la quiere para ideologizar, a lo mejor no estará de acuerdo en formar personas con conciencia ciudadana.
-Estoy totalmente de acuerdo, allí viene la ambigüedad. Estoy convencido que cualquiera que piense en el régimen quiere una educación ideologizante y controlar la escuelas, pero si piensa en sus hijos quiere una educación equiparable con las naciones más adelantadas. Esa es la diferencia. Son puntos que están acordes con lo que está afirmado en la Constitución, no con lo que ahora se quiere afirmar. Por supuesto, no está de acuerdo con la Constitución cubana, pero sí con la venezolana.
-¿Sería un consenso entonces que parte desde la familia y no desde la dirigencia?
-Es un consenso que parte, por un lado de la experiencia de las naciones que han tenido éxito en educación. La educación tiene que tener un terreno en una especie de pacto social en el que entra, por supuesto, las familias y entra mucho la sociedad, tanto en la educación formal e informal. Hoy los medios de comunicación y el Twitter marcan al niño antes de cumplir los cinco años, entonces eso puede ser educativo y deseducativo, y entra de lleno el Estado. El Estado es un instrumento de toda la sociedad, no de un partido. Cuando la sociedad establece sus prioridades, en primer lugar pone la educación. Cuando usted le pregunta a un padre qué quiere, dice que mínimamente su hijo o hija termine el bachillerato y si tiene afición que vaya a la universidad exitosamente. No hay padre en Venezuela que me diga que no está de acuerdo con eso.
-¿Cómo integrar entonces el esfuerzo?
-La Constitución dice una cosa interesante, habla de la tríada solidaria entre sociedad, familia y Estado, eso significa que la educación tiene que ser una mesa con tres patas, sino se cae. No se pueden ver como rivales el Estado y la familia, sino fortaleciéndose. En eso, un principio fundamental del que hablamos es de la educación de calidad como un derecho de todos. No es que el niño está en la escuela, hoy en día tiene que estar en una escuela buena. Buena en cuanto a las capacidades que enseñe y en cuanto a la formación moral del muchacho. Si el muchacho de allí sale a matar, la escuela está fracasando y el Estado, la familia y la sociedad también. Esto es lo que tenemos hoy en un porcentaje lamentable.
-¿Qué es lo que está fallando y que impide una educación de calidad?
-La educación que antes impartía el Estado venezolano era mejor que la privada. En los años 40 o 50, el Liceo Fermín Toro, o el Andrés Bello, el Liceo Gual en Valencia, el Liceo Libertador en Mérida eran centros de muy buen nivel del sector público. Se está fallando si apostamos solo al número. Usted agarra una universidad como la Unefa, que era buena con 3 mil alumnos y dice voy meter 250 mil y a eso lo llaman universidad, pero no es la universidad que necesita el muchacho, por eso la prosecución (índice de alumnos que se gradúan con relación a los que se inscriben en una carrera) es muy baja, igual en la Bolivariana. Por otro lado, no hay buena educación sin buenos educadores. En el los años 60 ser educador era una carrera deseada, ser investigador de la UCV, ser (profesor) tiempo completo en la Simón Bolívar lo era, en este momento no lo es. Hay un envilecimiento del oficio del educador en todos los niveles. En la UCV en estos momentos el instructor, para lo cual usted necesita haber hecho primaria, secundaria, universidad y postgrado, empieza ganando 2.080 bolívares. Todo político dice que la prioridad del país es la buena educación, pero vaya usted a una promoción (de bachilleres) ¿Quién quiere ser educador?, de cien, uno. Pero peor aún, su familia se va a dedicar a disuadirlo. "No te metas a educador, porque vas al fracaso", le dicen. Es una sociedad esquizofrénica, porque todos quieren para sus hijos que las mejores personas del país sean sus maestros y maestras, pero nadie quiere que sus mejores hijos sean maestros o maestras.
-¿No es posible la educación para muchos, pero a la vez buena? ¿No es un falso dilema el tema de la calidad de la educación versus la cantidad?
-Creo que es una falsa controversia. Le pongo un ejemplo, en las Grandes Ligas de EEUU hay más 100 peloteros, podrá decir si hubieran 2 serían muy buenos, pero 100 no pueden ser muy buenos. Claro que lo pueden ser, el hecho está en que cada uno de esos 100 tenga el empeño de superarse y además los medios para hacerlo.
-¿Cómo está afectando la educación en el plano social?
-Se ha venido convirtiendo en un medio para reforzar la desigualdad social. Uno de los principales problemas en todas las sociedades y en esta que se llama socialista igual, es que cuando la gente empieza a mejorar, encuentra un buen empleo, dice: "al año que viene al niño lo pongo en una escuela privada". Yo podría nombrar escuelas de Antímano o La Vega que refuerzan la desigualdad. Todos los años se pierden unos 60 días, porque la escuela no empieza a tiempo, porque no se repararon los baños, o porque no se pintó, después, por cualquier tontería hay vacaciones y un par de huelgas. Al final, perdiste 60 días. Eso refuerza la desigualdad. En el San Ignacio, en Fe y Alegría no se pierde ningún día en el año. También hay un problema grave, usted ve en un liceo a los alumnos eximidos en física, química, matemáticas e inglés. ¿Eximidos por qué?, porque no hay profesores. Entonces a usted lo pasan, le promedian una nota, pero usted es analfabeto en la materia. ¿Cómo se resuelve? Cualquier gobierno puede decir: "Convoco a formar en cinco años 10 mil profesores y voy a dar facilidades y ventajas a quien se dedique a eso".
-¿Este reforzamiento de la desigualdad es solo negligencia o hay una estrategia para reproducir pobres y por consiguiente el mercado electoral del oficialismo?
-En primera instancia creo que es negligencia e irresponsabilidad, pero ya hemos visto a altos personajes del Gobierno decir que si tienes mentalidad de clase media en las elecciones, las pierdes. La dignidad de la persona se fundamenta en la noción de que puedas ser productor y que saques adelante a una familia por tu esfuerzo. No hay que dar limosnas sino oportunidades. Que le den a su hijo una buena escuela, que se forme en un buen oficio y que vuele solo. Hay que apoyar más a quien más necesita para nivelar hacia arriba y hay que formar gente que no tenga que ser amamantada toda la vida. Si un niño a los diez años tiene que ser amamantado algo se hizo mal en esa familia. Pues el país es lo mismo. Tiene que formar gente independiente, con criterios. Claro, si usted quiere serviles, esa fórmula es mala. Desafortunadamente hay gente del Gobierno que dice que en la medida que tengan personas que viven de su trabajo, que tienen iniciativa, que son independientes, "entonces a lo mejor no van votar por nosotros. Mejor que sean pobres".
-Sin embargo, cuando se le pregunta a la gente, sobre todo a los pobres, sobre la educación, no lo perciben como una preocupación.
-En todas las encuestas aparece la seguridad, el alto costo de la vida, pero sobre la educación dicen que más o menos estamos bien. Por eso decimos que hace falta una nueva conciencia, porque la mala educación es cómo el cáncer, que uno se siente bien, tienes buen aspecto, no lo sientes, pero el médico le dice: "cuando usted lo sienta ya es tarde". Cuando usted tenga 18 años descubre que su educación no le sirve, que fue a la empresa y no lo aceptaron, porque no tienen nivel, porque que no tenía matemáticas, y quería entrar en ingeniería y no lo admiten o fue a otro país y los otros le dan cien vueltas, pero ya no hay remedio porque usted tiene 18 años y las causas están de cuando tenía 4, 5 o 6 años. Ese es uno de los problemas. En educación no nos podemos medir con ningún país, esa es la realidad. Hay una medición internacional llamada Pisa de la que nos retiramos porque nos avergonzábamos. Solamente el estado Miranda ha hecho la medición y da que pensar. ¡Estamos muy mal!
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