Brasil: el milagro del vecino
Brasil, la gigantesca nación vecina de nuestro país ha logrado, durante las últimas tres décadas, un exitoso proceso de desarrollo con inclusión social, en paralelo con el fortalecimiento institucional y la estabilidad democrática que luce milagroso por el notable contraste con épocas anteriores, en las que eran frecuentes los golpes de Estado, dictaduras militares, renuncias y muertes de presidentes y dramáticos procesos inflacionarios. El país comienza a estabilizarse cuando, a partir del abandono del poder por Collor de Mello, asume el cargo su vicepresidente Itamar Franco y designa ministro de Hacienda a Fernando Henrique Cardoso, para enfrentar una inflación de 2.000% anual una de las más elevadas del mundo, para lo cual puso en práctica el reconocido "Plan Real" y la privatización de ineficientes empresas públicas con exitosos resultados que se tradujeron en el control inflacionario y el inicio de un proceso de crecimiento económico estable y progresista, lo cual le permitió a Cardoso ser electo y reelecto como Presidente de la República, durante los períodos de 1994 al 2002, asegurando los cimientos de lo que se podría considerar como el milagro económico de ese país, profundizado con los dos períodos sucesivos de gobierno de Luiz Inácio "Lula" da Silva y la actual administración de su sucesora, desde 2010, Dilma Rousseff.
Convertido en la mayor economía de América Latina, Brasil se ubica entre las 10 más grandes del mundo y se pronostica que, de mantenerse la tendencia en su desarrollo económico, Brasil puede ser la cuarta potencia económica del planeta para el 2030, luego de China, los Estados Unidos y la India, por ello está clasificado dentro de los países emergentes con alto potencial de desarrollo, constituyendo junto con Rusia, India y China el denominado grupo BRIC. Su poderoso desarrollo industrial se refleja en el hecho de que el 74% de los bienes exportados son manufacturados y semi manufacturados y el sector representa cerca del 31% del PIB. En el campo aeroespacial Brasil tiene presencia, a través de su Centro de Lanzamiento de Vehículos Espaciales Ligeros y participación en la construcción de la Estación Espacial Internacional, en acuerdos con la NASA.
Los gobiernos de Lula y Rousseff han hecho además importantes esfuerzos para reducir las desigualdades en la distribución del ingreso -una de las más notorias de la región- y para incrementar la renta per cápita, que está por debajo de la media mundial; al igual que el índice de desarrollo humano, inferior al de muchos de los países del área. Con políticas sociales no clientelares, ni populistas, el país ha logrado sacar de la pobreza, en los últimos 8 años, cerca de 40 millones de personas, ahora integradas a la clase media, con pleno acceso a los servicios de salud, educación, créditos y empleos estables. Lula incrementó las políticas sociales de Cardoso con subsidios y créditos focalizados de masivas ayudas a familias pobres; y, a pesar de las reservas que inicialmente generó su trayectoria izquierdista y sindical, logró ganarse la confianza de la clase empresarial y de todo el país, a través de su política de concertación que le aseguró su reelección por los exitosos resultados, en términos de crecimiento económico sostenido con inclusión social y sin inflación. Sin embargo, sus dos períodos gubernamentales estuvieron salpicados por notorios escándalos de corrupción que el Presidente no supo conjurar oportunamente. Dilma Rousseff, también de extracción izquierdista pero de clase media y con estudios de postgrado en economía, ha continuado los programas de Lula y la política de responsabilidad fiscal establecida por Cardoso, con quien, al contrario de Lula, mantiene muy buenas relaciones. Su objetivo prioritario es consolidar un modelo balanceado de desarrollo económico para asegurar una democracia inclusiva y sostenible; para lo cual promueve una inteligente relación entre el Estado y el mercado, convencida -según sus palabras- de que el mercado debe facilitar la innovación y el incremento de la productividad, pero el Estado debe asegurar la estabilidad económica y la distribución equitativa del ingreso. Durante su primer año de gobierno se han incrementado los incentivos financieros a la inversión privada con sentido social y se ha logrado aumentar sensiblemente la capacidad de producción y productividad del país, en paralelo con las políticas de garantía del salario mínimo; todo lo cual apunta a una importante expansión de la clase media y a continuar el esfuerzo por sacar de la pobreza a grandes grupos históricamente excluidos del desarrollo. En contraste con Lula, Dilma Rousseff ha sido intolerante frente a los hechos de corrupción, habiendo destituido por esa causa a cinco de sus ministros y a otros importantes colaboradores.
Por sus logros en las últimas tres décadas, Brasil es un modelo exitoso de desarrollo concertado, con inclusión social y sin los resabios populistas de viejas y fracasadas teorías izquierdistas. Un modelo que debe ser referencia para quienes aspiran a sacar a nuestros pueblos del subdesarrollo, la pobreza y la inestabilidad institucional.
Convertido en la mayor economía de América Latina, Brasil se ubica entre las 10 más grandes del mundo y se pronostica que, de mantenerse la tendencia en su desarrollo económico, Brasil puede ser la cuarta potencia económica del planeta para el 2030, luego de China, los Estados Unidos y la India, por ello está clasificado dentro de los países emergentes con alto potencial de desarrollo, constituyendo junto con Rusia, India y China el denominado grupo BRIC. Su poderoso desarrollo industrial se refleja en el hecho de que el 74% de los bienes exportados son manufacturados y semi manufacturados y el sector representa cerca del 31% del PIB. En el campo aeroespacial Brasil tiene presencia, a través de su Centro de Lanzamiento de Vehículos Espaciales Ligeros y participación en la construcción de la Estación Espacial Internacional, en acuerdos con la NASA.
Los gobiernos de Lula y Rousseff han hecho además importantes esfuerzos para reducir las desigualdades en la distribución del ingreso -una de las más notorias de la región- y para incrementar la renta per cápita, que está por debajo de la media mundial; al igual que el índice de desarrollo humano, inferior al de muchos de los países del área. Con políticas sociales no clientelares, ni populistas, el país ha logrado sacar de la pobreza, en los últimos 8 años, cerca de 40 millones de personas, ahora integradas a la clase media, con pleno acceso a los servicios de salud, educación, créditos y empleos estables. Lula incrementó las políticas sociales de Cardoso con subsidios y créditos focalizados de masivas ayudas a familias pobres; y, a pesar de las reservas que inicialmente generó su trayectoria izquierdista y sindical, logró ganarse la confianza de la clase empresarial y de todo el país, a través de su política de concertación que le aseguró su reelección por los exitosos resultados, en términos de crecimiento económico sostenido con inclusión social y sin inflación. Sin embargo, sus dos períodos gubernamentales estuvieron salpicados por notorios escándalos de corrupción que el Presidente no supo conjurar oportunamente. Dilma Rousseff, también de extracción izquierdista pero de clase media y con estudios de postgrado en economía, ha continuado los programas de Lula y la política de responsabilidad fiscal establecida por Cardoso, con quien, al contrario de Lula, mantiene muy buenas relaciones. Su objetivo prioritario es consolidar un modelo balanceado de desarrollo económico para asegurar una democracia inclusiva y sostenible; para lo cual promueve una inteligente relación entre el Estado y el mercado, convencida -según sus palabras- de que el mercado debe facilitar la innovación y el incremento de la productividad, pero el Estado debe asegurar la estabilidad económica y la distribución equitativa del ingreso. Durante su primer año de gobierno se han incrementado los incentivos financieros a la inversión privada con sentido social y se ha logrado aumentar sensiblemente la capacidad de producción y productividad del país, en paralelo con las políticas de garantía del salario mínimo; todo lo cual apunta a una importante expansión de la clase media y a continuar el esfuerzo por sacar de la pobreza a grandes grupos históricamente excluidos del desarrollo. En contraste con Lula, Dilma Rousseff ha sido intolerante frente a los hechos de corrupción, habiendo destituido por esa causa a cinco de sus ministros y a otros importantes colaboradores.
Por sus logros en las últimas tres décadas, Brasil es un modelo exitoso de desarrollo concertado, con inclusión social y sin los resabios populistas de viejas y fracasadas teorías izquierdistas. Un modelo que debe ser referencia para quienes aspiran a sacar a nuestros pueblos del subdesarrollo, la pobreza y la inestabilidad institucional.
José I. Moreno León
jmoreno@unimet.edu.ve
Director General del Celaup
www.unimet.edu.ve >celaup
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