¿Saldremos a matar? / / ELIZABETH ARAUJO
El asunto preocupa porque no todos los militantes chavistas aplaudieron los actos de violencia contra la visita de Capriles a Cotiza ni los habitantes del 23 de Enero están satisfechos con la actuación de los "colectivos" armados
"¿Qué coño te pasó, Cabeza `e Mango", increpa un enloquecido fundamentalista del chavismo en carta a Aporrea donde le reclama al periodista Oswaldo Rivera, moderador de Zurda Konducta que se transmi- te por VTV, que haya jugado una partida improvisada de baloncesto con Capriles Radonski, en un encuentro fortuito de ambos venezolanos en una cancha deportiva en el estado Falcón. "¿Por qué hiciste un papel tan deprimente, cuando lo tuyo debe ser confrontar a esa pervertida ultraderecha? ¿De dónde sacaste ese balón, quién te lo facilitó tan de película? ¿Qué carajo pretendías lograr rodeado de esos confundidos seguidores del tipo que mañana te pondría un cepo?", acusa el hombre, furibundo, jalonado por la desesperación, bajo la premisa de que la revolución en la que él cree está basada en el odio al otro.
No había terminado de leer la "protesta revolucionaria" de este supuesto profesor de la ULA, cuando desde la otra acera llovieron insultos, vía Twitter, contra el veterano cantante Trino Mora por haber aparecido en un espectáculo gubernamental donde se abogaba por la recuperación del presidente Hugo Chávez.
O sea, que si Henrique Capriles Radonski gana la Presidencia de la República el próximo 7 de octubre, ¿al día siguiente lo que nos saldrá a los venezolanos será un escenario de guerra? Lo pregunto, más con temor que con ingenuidad, porque he venido notando de ambos extremos, tanto del Gobierno como de la oposición, la persistente idea de aniquilar, que es el fruto, en mi opinión, de la siembra de odio que cobijó Hugo Chávez.
El asunto preocupa porque estoy convencida de que no todos los militantes chavistas aplaudieron los actos de violencia contra la visita de Capriles a Cotiza ni los habitantes del 23 de Enero están satisfechos con la actuación de los "colectivos" armados; del mismo modo como apuesto a que la gran mayoría del activismo opositor no está pensando en la madrugada del 8 de octubre para salir a cazar dirigentes del PSUV y asarlos a la parrilla.
¿Resulta imposible pedir que ambos lados extremistas serenen los ánimos y vean que el mundo no se termina el 7 de octubre? ¿Acaso desaparece el chavismo como movimiento porque pierda las elecciones presidenciales? Estas interrogantes deberían ocupar, en adelante, un privilegiado espacio en los mensajes de la Mesa de Unidad cuando le hable a los venezolanos, no tanto para neutralizar los grupúsculos que en el oficialismo pretenden imponer su violencia como la única vía de hacer política, sino también, para frenar la creencia en algunos opositores que no piensan en la reconstrucción del país una vez que Capriles comience a gobernar, sino que ven en el escenario victorioso la gracia de ejercer "su derecho" a la persecución y venganza.
Es decir, ganar las elecciones cualquiera que las gane se reduce a la fórmula que tomo prestada del título del libro del padre y sociólogo Alejandro Moreno. ¿Después del 7 de octubre saldremos a matar?
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