Dos acuerdos para volver a unirnos /I
José Ignacio Moreno León
Para nadie es un secreto que la sociedad venezolana ha venido sufriendo en las últimas décadas un preocupante proceso de deterioro, con expresiones que van desde la anomia y el incremento exponencial del crimen y la inseguridad personal, hasta la confrontación social, acentuada por un debate político estéril que tiende a profundizarse, a medida que nos adentramos en la próxima contienda electoral que implicará la elección de quien tendrá la responsabilidad de liderar desde el gobierno nacional, el rumbo del país para el período 2013-2019. Por estas razones y, dadas las difíciles circunstancias que debe enfrentar Venezuela en el contexto de un cuadro económico que, en lo interno no es nada alentador y, en el entorno internacional se presenta con perspectivas muy sombrías, es imperativo, para ir despejando el futuro, promover consensos fundamentales que contribuyan a hacer menos compleja la gobernabilidad del país y su avance hacia estratos superiores de progreso. Se trata de impulsar compromisos básicos de unidad nacional, como los que logramos, luego del derrocamiento de la última dictadura y que permitieron la estabilización democrática y avances innegables en el proceso de desarrollo nacional.
Ante la necesidad de insertarnos debidamente en la sociedad de la información y el conocimiento que se está configurando como característica de los nuevos tiempos de globalización y revolución tecnológica, Venezuela debe seguir el ejemplo de países como Finlandia, Corea del Sur, Japón, Singapur, Israel y China, que hace seis décadas eran sociedades precarias con bajos niveles de desarrollo, pero gracias a que se acordaron para promover, como proyecto prioritario de interés nacional, una educación inclusiva y de calidad para sus ciudadanos, son ahora sociedades con grandes avances económicos y desarrollos científicos y tecnológicos que las colocan entre los países mas avanzados del planeta, en términos del capital social y calidad de vida alcanzada por sus habitantes. Por ello, el primer tema para un gran acuerdo nacional que contribuya al reencuentro de los venezolanos y a unirnos en la búsqueda de un futuro mejor, debe ser el de una alianza de todos para impulsar un programa integral y consensuado de reformas del sistema educativo, orientado a dotar al país de una educación de amplia cobertura y de excelencia, a todos los niveles, apalancado en el desarrollo de un exigente sistema de formación y evaluación de los docentes y de acreditación de instituciones educativas, desde el preescolar hasta la universidad; con una política de remuneraciones adecuadas y de promoción del reconocimiento social a los docentes y gestores del sistema educativo. Sólo así será posible resolver, entre otros muchos problemas, la grave crisis de una educación media pública en la que hay un déficit de mas del 20% de profesores de física, química, matemáticas y biología y los docentes reciben sueldos de miseria. La reforma debe propiciar igualmente un sistema de ingreso meritocrático a la educación superior como política para asegurar la consecución de los estudios a quienes se incorporen a este nivel de formación; e impulsar una educación superior con inclusión y pertinencia, fundamentada en una pedagogía de educación en valores que refuerce los principios éticos, la conciencia cívica, la solidaridad, la cultura de paz y la responsabilidad social como cualidades esenciales del futuro profesional universitario.
La reforma debe asegurar además la autonomía académica y de gestión, a nivel de las instituciones universitarias. Debe preservar el sistema dual de instituciones, integrado, en igualdad de condiciones, por universidades de gestión pública y de gestión privada, reconociendo el pago de la matrícula en las universidades públicas a quienes dispongan de los recursos para hacerlo, con sistemas flexibles y no onerosos de financiamiento a estudiantes meritorios de escasos recursos. Igualmente en el nuevo sistema de educación superior se debe dar, con la activa participación del Estado y del sector productivo, el impulso adecuado al desarrollo científico y tecnológico, como apoyo fundamental al proceso de diversificación económica y de desarrollo integral del país. Esa alianza necesaria para la nueva educación debe ser impulsada bajo el liderazgo gubernamental, por lo que debe ser plataforma común de quienes aspiren a liderizar los destinos del país en un nuevo gobierno. Debe ser además auspiciada con la activa participación de la comunidad educativa nacional y de toda la sociedad venezolana, y no como un proyecto hegemónico de gobierno. Esta gran alianza educativa, como proyecto nacional, debe constituirse, como lo han logrado los países exitosos referidos, en la herramienta que nos permita reencontrarnos en el esfuerzo para alcanzar un futuro promisor para todos y lograr la Venezuela próspera, solidaria y genuinamente democrática a que todos tenemos derecho.
La profundización de la nacionalización petrolera debe ser el otro tema relevante de estas propuestas de acuerdo para el reencuentro de todos los venezolanos. Ese será nuestro próximo tema.
Ante la necesidad de insertarnos debidamente en la sociedad de la información y el conocimiento que se está configurando como característica de los nuevos tiempos de globalización y revolución tecnológica, Venezuela debe seguir el ejemplo de países como Finlandia, Corea del Sur, Japón, Singapur, Israel y China, que hace seis décadas eran sociedades precarias con bajos niveles de desarrollo, pero gracias a que se acordaron para promover, como proyecto prioritario de interés nacional, una educación inclusiva y de calidad para sus ciudadanos, son ahora sociedades con grandes avances económicos y desarrollos científicos y tecnológicos que las colocan entre los países mas avanzados del planeta, en términos del capital social y calidad de vida alcanzada por sus habitantes. Por ello, el primer tema para un gran acuerdo nacional que contribuya al reencuentro de los venezolanos y a unirnos en la búsqueda de un futuro mejor, debe ser el de una alianza de todos para impulsar un programa integral y consensuado de reformas del sistema educativo, orientado a dotar al país de una educación de amplia cobertura y de excelencia, a todos los niveles, apalancado en el desarrollo de un exigente sistema de formación y evaluación de los docentes y de acreditación de instituciones educativas, desde el preescolar hasta la universidad; con una política de remuneraciones adecuadas y de promoción del reconocimiento social a los docentes y gestores del sistema educativo. Sólo así será posible resolver, entre otros muchos problemas, la grave crisis de una educación media pública en la que hay un déficit de mas del 20% de profesores de física, química, matemáticas y biología y los docentes reciben sueldos de miseria. La reforma debe propiciar igualmente un sistema de ingreso meritocrático a la educación superior como política para asegurar la consecución de los estudios a quienes se incorporen a este nivel de formación; e impulsar una educación superior con inclusión y pertinencia, fundamentada en una pedagogía de educación en valores que refuerce los principios éticos, la conciencia cívica, la solidaridad, la cultura de paz y la responsabilidad social como cualidades esenciales del futuro profesional universitario.
La reforma debe asegurar además la autonomía académica y de gestión, a nivel de las instituciones universitarias. Debe preservar el sistema dual de instituciones, integrado, en igualdad de condiciones, por universidades de gestión pública y de gestión privada, reconociendo el pago de la matrícula en las universidades públicas a quienes dispongan de los recursos para hacerlo, con sistemas flexibles y no onerosos de financiamiento a estudiantes meritorios de escasos recursos. Igualmente en el nuevo sistema de educación superior se debe dar, con la activa participación del Estado y del sector productivo, el impulso adecuado al desarrollo científico y tecnológico, como apoyo fundamental al proceso de diversificación económica y de desarrollo integral del país. Esa alianza necesaria para la nueva educación debe ser impulsada bajo el liderazgo gubernamental, por lo que debe ser plataforma común de quienes aspiren a liderizar los destinos del país en un nuevo gobierno. Debe ser además auspiciada con la activa participación de la comunidad educativa nacional y de toda la sociedad venezolana, y no como un proyecto hegemónico de gobierno. Esta gran alianza educativa, como proyecto nacional, debe constituirse, como lo han logrado los países exitosos referidos, en la herramienta que nos permita reencontrarnos en el esfuerzo para alcanzar un futuro promisor para todos y lograr la Venezuela próspera, solidaria y genuinamente democrática a que todos tenemos derecho.
La profundización de la nacionalización petrolera debe ser el otro tema relevante de estas propuestas de acuerdo para el reencuentro de todos los venezolanos. Ese será nuestro próximo tema.
jmoreno@unimet.edu.ve
Director General del CELAUP
(Universidad Metropolitana)
www.unimet.edu.ve>celaup
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